Camila e Ignacia corrían aun por el patio de sus tíos, aun
no las alcanzaba la tarde y habían robado del costurero de su tía un aguja. Camila
guardaba en un pañuelo dos cubos de hielo, tenía las manos mojadas y en su viaje
de la casa al patio, ya se había derretido medio cubo, Ignacia miraba de un
lado al otro, nadie tenía que ser testigo de su secreto. Se sentaron en medio
de las enredaderas de San Agustín como lo decía un viejo letrero de Madera. Se
miraban nerviosas mientras Ignacia tomaba fuerte la mano de Camila, se humedeció
los labios le dijo que estaba lista, Ignacia contó hasta tres, tomo la aguja el
medio hielo, y perforo rápidamente la oreja de Camila, sintiendo mil cosquillas
por el vientre. Camilo no Grito, presiono el hielo contra su oreja y supo que
se había convertido en mujer...
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