lunes, 17 de septiembre de 2012

Sexo Diplomático.


Cuando cerré la puerta al último invitado, ella tenía una bolsa de basura y recogía las latas de cervezas y la basura que estaba en el suelo, al verla así, en algún momento me provocó una ternura increíble, sentí por un segundo compasión por ella y casi abandono mi propósito de casería. Fui a detenerla, ella era mi invitada y no dejaría que me ayudara, le quite la bolsa de basura de las manos , le sonreí fingiendo timidez, a su vez ella fingía estar conmovida. Se ordenaba el cabello cada diez segundos, mientras miraba el suelo de re ojo, cada vez que acomodaba un mechón de su pelo,  se escuchaba un insoportable sonido de metales chocando , era su muñeca adornada con un sinfín de pulseras de plata, cada vez que las oía se mezclaba en mi una serie de sensaciones , que insoportable era ese sonido, me carcomía por dentro, me aceleraba la respiración, hacía que discretamente me mordiera los labios, erectaba  mi incontrolable miembro que se endurecía y se humedecía al escuchar las pulseras de aquella mujer de caderas robustas y tetas abundantes, mi cabeza estaba a punto de estallar, la mezcla de alcohol y excitación tenían los segundos contados. Cuando fue a acomodar por última vez su grueso mechón de cabello, la tomé por el brazo de las pulseras y quite impaciente cada una de ellas al suelo, estaba enceguecido por copular, ella era increíblemente complaciente, de inmediato beso mi cuello, con prisa beso protocolarmente mis labios y el preámbulo hizo que se disipara tu recuerdo, no existías en quince segundos y el desenfreno de mi sexo entraba en sus mojadas profundidades, me poseía desesperada, mi brutalidad no le incomodada. A contra luz se destacaba la crudeza de su cuerpo desnudo, ancho, bajo, me parecía más atrayente con ropa, aunque su desnudez me pareció irrelevante un par de minutos, mientras estaba fascinado con su entrega lujuriosa. El alcohol que tenía en mi sangre retardó mi placer al punto de el sexo se volvió un calvario para mi, me era eterno el vaivén de sus grotescas caderas, sentía mi cabeza separada del resto de mi cuerpo, mis músculos tensos  perdieron la fuerza, el cansancio inundaba mis pensamientos, sin embargo no pare de estar dentro de ella, no paré de exigirme, no paré de sentirme vacío sin ti. En el lapso que había desaparecido el placer, me preocupe por el placer de ella, me fijaba en sus ojos pequeños y marrones, como una de las bolitas que uno jugaba cuando niño. Me preocupe que no mirara el techo, que no negara mis besos, que no preguntara si me faltaba mucho, que no fuera como tu, y no lo fue. No me percaté cuando de un de repente habías aparecido en mi cabeza, buscaba compararte en cada minuto, opacarte con su lujuria, con sus ganas de ser mía. A pesar de mis comparaciones, a pesar de lo bien que lo pase con ella, con mis amigos, el alcohol, la música fuerte, la comida, el sexo, de la libertad; esa casa te llamaba a gritos, estaba vacía sin vida, sin tus canciones inventadas, sin tus aros en la ducha, tus libros en la cama, tu adorable aroma a te con manzana, la luz que entraba por las cortinas que tu hiciste con la tela violeta. No había ninguna guerra que batallar entre y tu y yo, pero en soledad me sentí totalmente derrotado por el amor que sentía por ti, te extrañé más que nunca.

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