Cuando cerré la
puerta al último invitado, ella tenía una bolsa de basura y recogía las latas
de cervezas y la basura que estaba en el suelo, al verla así, en algún momento
me provocó una ternura increíble, sentí por un segundo compasión por ella y
casi abandono mi propósito de casería. Fui a detenerla, ella era mi invitada y
no dejaría que me ayudara, le quite la bolsa de basura de las manos , le sonreí
fingiendo timidez, a su vez ella fingía estar conmovida. Se ordenaba el cabello
cada diez segundos, mientras miraba el suelo de re ojo, cada vez que acomodaba
un mechón de su pelo, se escuchaba un
insoportable sonido de metales chocando , era su muñeca adornada con un sinfín
de pulseras de plata, cada vez que las oía se mezclaba en mi una serie de
sensaciones , que insoportable era ese sonido, me carcomía por dentro, me
aceleraba la respiración, hacía que discretamente me mordiera los labios,
erectaba mi incontrolable miembro que se
endurecía y se humedecía al escuchar las pulseras de aquella mujer de caderas
robustas y tetas abundantes, mi cabeza estaba a punto de estallar, la mezcla de
alcohol y excitación tenían los segundos contados. Cuando fue a acomodar por última
vez su grueso mechón de cabello, la tomé por el brazo de las pulseras y quite
impaciente cada una de ellas al suelo, estaba enceguecido por copular, ella era
increíblemente complaciente, de inmediato beso mi cuello, con prisa beso
protocolarmente mis labios y el preámbulo hizo que se disipara tu recuerdo, no
existías en quince segundos y el desenfreno de mi sexo entraba en sus mojadas
profundidades, me poseía desesperada, mi brutalidad no le incomodada. A contra
luz se destacaba la crudeza de su cuerpo desnudo, ancho, bajo, me parecía más
atrayente con ropa, aunque su desnudez me pareció irrelevante un par de
minutos, mientras estaba fascinado con su entrega lujuriosa. El alcohol que tenía
en mi sangre retardó mi placer al punto de el sexo se volvió un calvario para
mi, me era eterno el vaivén de sus grotescas caderas, sentía mi cabeza separada
del resto de mi cuerpo, mis músculos tensos
perdieron la fuerza, el cansancio inundaba mis pensamientos, sin embargo
no pare de estar dentro de ella, no paré de exigirme, no paré de sentirme vacío
sin ti. En el lapso que había desaparecido el placer, me preocupe por el placer
de ella, me fijaba en sus ojos pequeños y marrones, como una de las bolitas que
uno jugaba cuando niño. Me preocupe que no mirara el techo, que no negara mis
besos, que no preguntara si me faltaba mucho, que no fuera como tu, y no lo
fue. No me percaté cuando de un de repente habías aparecido en mi cabeza,
buscaba compararte en cada minuto, opacarte con su lujuria, con sus ganas de
ser mía. A pesar de mis comparaciones, a pesar de lo bien que lo pase con ella,
con mis amigos, el alcohol, la música fuerte, la comida, el sexo, de la
libertad; esa casa te llamaba a gritos, estaba vacía sin vida, sin tus
canciones inventadas, sin tus aros en la ducha, tus libros en la cama, tu
adorable aroma a te con manzana, la luz que entraba por las cortinas que tu
hiciste con la tela violeta. No había ninguna guerra que batallar entre y tu y
yo, pero en soledad me sentí totalmente derrotado por el amor que sentía por
ti, te extrañé más que nunca.
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