Mientras que jugabas con mi alma
Yo hacía de un mar tu gota de ternura
Y me encogía para que te vieras grande
Y dejaba de existir por un momento
Para que tú fueras eterno.
Mientras que abrías mis ventanas
Me cerrabas las tuyas en mi cara
Y recibía con alegría
Tu amor en mi triste agonía.
Mientras que te extasiabas dentro de mí
Descubrí que yo era un refugio,
Donde guardabas tu vanidad, miedos y defectos,
Impregnados en mi eterna arrogancia.
Mientras que soltabas mis manos,
Yo detuve el tiempo y los sonidos
No existía más que ese momento,
No existía nada más allá después del último adiós.
Caminaba y no mire hacia atrás
Y el tiempo y los sonidos seguían detenidos,
Mis manos quedaron impregnadas en el pasado,
Con la calida temperatura de tus manos,
Con la desagradable frialdad de tu despego,
Y la atenta mirada de la tristeza.
Incapacitada del sufrimiento,
Te inventé al menos un centenar de excusas,
De tu ausencia, de tu silencio, de mi soledad.
Te defendí de mi cordura y raciocinio,
Y lentamente casi incoherente,
Mientras que jugabas con mi alma,
Me rendí ante lo obvio de mi verdad,
Yo aún existía,
Aún me exigía ser digna de tus brazos,
Seguía detenida, congelada e inmóvil,
Mientras que me mencionabas lo que no significo para ti.
Todo continuaba ante mis ojos y mis oídos,
El tiempo pasó sin piedad,
El sonido me imploraba un despertar,
Las estaciones siguieron su ciclo natural,
Mientras seguías jugando con mi mente anclada,
Entre el frío beso de tu despedida,
Ahí en Estado y Plaza de Armas.
Ilustración: Antonio Romero Toro.
Jazmín.
Se que no es una dirección muy armoniosa, la esquina de aquella despedida, pero tampoco lo es que juegen con nuestra alma.....
ResponderEliminarsabes por mucha que la olas se agiten con un gran sonido pero sordo ante los demas , siempre estara la arena que afirma en los memomentos de desvalance...
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