La vi tantas veces descalza caminando ante mis ojos, que no
me pude percatar nunca, que ella no quería caminar junto a mi el resto de
nuestras vidas. ¿Por qué? Hasta el día de hoy me persigue y acorrala esa
pregunta. Tantas veces me preguntaron por ti, y nuevamente me golpea esa
pregunta ¿Porqué? De tu boca nunca salió una queja y cuando los tiempos
mejoraron, cuando teníamos pan en abundancia y cambiamos nuestra vieja cocina,
no te faltaba nada. Se que yo no estaba tanto tiempo contigo, se que probablemente no me veías tan joven
como cuando solo tenías dieciséis años, pero no hubo un día que no estuviera
dispuesto a tu cuerpo, podía estar a punto de no sentir mis piernas por
cansancio, pero nunca dejé de tocarte, de desearte, así como la primera vez ,
cuando después de tanto tiempo te hice mía en la casa de mis padres ¿Te
acuerdas? Los dos temblábamos, nuestros corazones de escapaban del pecho, tu
cerraste tus ojos, me ofreciste tu cuello infinito, me deslice sobre tus
temblorosas piernas y entré en ti pensando que también había entrado en tu vida,
pero tu nunca dejaste de tener la mirada perdida, las manos heladas como un
hielo y tus pómulos ardientes. ¿Cómo nunca me di cuenta? Nunca fuiste mía,
nunca fuiste feliz a mi lado y me pregunto nuevamente ¿Porqué? He hablado contigo y te he prometido cambiar pero tu solo agachas la mirada y me confiesas con un
nunca te amé, y me doy por vencido por
qué eso no lo puedo cambiar ni siquiera habiendo nacido de nuevo.
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