El gato sentado en la escalera de mi casa, esa casa que nunca ha sido mía, suspira y su pelaje se vuelve como un millón de dientes de león, voltea la cabeza hacia la izquierda, sus ojos se vuelven almendras brillantes que destellan una luz que atraviesan unos de sus bigotes , con elegancia quirúrgica posa su lengua áspera por la suavidad de sus patas delanteras y de segundo a otro se levanta una por una las vertebras de su columna para terminar de un salto en mis piernas delgadas y manos heladas que adorna su egolatría su pelaje de ensueño. Jazz.-
Fotografía: Gonzalo Rojas Más de Su trabajo en http://www.flickr.com/photos/gonzalomr/9549269869/ |
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