lunes, 25 de febrero de 2019

Parte 1 La invertida






Se dice que llevo el nombre de una de las amantes de mi padre, que fui planeada específicamente para hacer un daño irreparable, sin vuelta atrás. Y es así como fui criada bajo los brazos fríos de la manipulación femenina y perversa de mi progenitora, madre, manager y gestora de la mayoría de mis desgracias. No supe ni sabré qué es ser querido ingenuamente porque está en mis venas y en mi crianza no sentir hasta sacar el máximo provecho. Cuando dejé la universidad dejé de ser rentable para mi madre y pase de ser una inversión a una molestia, tratada como si fuese un impuesto molesto de sustentar. Mi cuerpo era mi único patrimonio y bien raíz, de mis curvas dependían los intereses, sin embargo mi astucia era la mayor fuente de mis ingresos, de mi progenitora aprendí el arte de la manipulación, el juego mental del equilibro entre la pena, el deseo, y conseguir cualquier cosa. No necesita ser inteligente solo lista, rápida y llamativa; para este objetivo fui obligada a operarme por primera vez a los 14 años, mis senos, a los 17 mi trasero, ella hubiese querido clonar su cerebro al mío pero la ciencia aún no llegaba tan lejos. Mi inicio sexual fue a los 13 años con el amante de mi propia madre, que más espectacular regalo de aniversario que la virginidad de su hija en bandeja de plata en un hotel 5 estrellas, champaña, rosas y sabanas blancas perfectas para mancharles con mi inocencia. Nada fue contra mi voluntad porque simplemente no la tuve desde que nací. Odio?.... No, ella era lo único que tenía en la vida, un lazo enfermo y tóxico familiar que hasta ese entonces era sagrado, yo la quería por la oportunidad que me dio de vivir, porque en el fondo nunca desprecié la vida y tampoco la muerte.

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